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28 abril 2013

Recortando por encima de nuestras posibilidades



Imagínense una familia tipo española, padre (Mariano) y madre (Soraya) asalariados, con un sueldo neto de 1.300 y 1.150 €/mes respectivamente; tienen uno o dos hijos…,  y tras muchos años de trabajo y sacrificio, tienen en propiedad una vivienda en la que residen habitualmente, de la que tan solo le restan 3 años de hipoteca, por la que pagan 900 € mensuales. Heredaron un piso a medias con Angélica (la hermana de Paquita), que lo arrendan por 1.000 € (1.000 / 2 = 500). Adquirieron hace poco un apartamento en la playa a plazos, por el que pagan 600 € mensuales, del que restan para su pago total, 20 años (144.000 €).

Tienen un “considerable” patrimonio de 2’5 viviendas

Ingresos mensuales de: 1.300 + 1.150 + 500 = 2.950 €

Obligaciones de pago por hipotecas: 900 + 600 = 1.500 €

Tras restar a los ingresos (2.950) los gastos (1.500), quedan 1.450 € para el normal funcionamiento de la familia, o sea, comer, vestir, ocio, automóvil, gasolina, dentista, seguros,  facturas de colegio, agua, luz, gas, teléfono… tras lo cual, como suele suceder, ya que tendemos a gastar con arreglo a lo que ganamos, no sobra prácticamente nada. Las pagas extras se usan para las vacaciones, gastos extraordinarios, y si sobra algo para ahorrarlo.

Digamos que el presupuesto familiar anda equilibrado, pues gran parte de los gastos mensuales (50 %), van a adquisición de patrimonio (ahorro). Nada parece indicar que vivan por encima de sus posibilidades.

Supongamos ahora que esta familia, tuvo que hacer frente a un gasto extraordinario de 2.500 €/mes por cualquier razón ineludible, como pudiera ser algún tratamiento médico o suceso análogo, durante un tiempo que se estimó de aproximadamente un par de años. (2.000 €  x 24 meses = 48.000 €)

Como los pocos ahorros no dan para cubrir este desembolso, aunque recorten gastos superfluos e incluso necesarios, sigue resultando totalmente insuficiente, por lo que tienen que, endeudarse o vender patrimonio.

Aquí hemos llegado al quid de la cuestión. ¿Deben deshacerse de patrimonio o endeudarse? Veamos sus consecuencias y después saquemos conclusiones.

Ante una crisis como esta (la de esta familia y también la de nuestro país), nos hallamos en la tesitura de la austeridad, privatizaciones y recortes, o un mayor endeudamiento.

Puede esta familia dejar de ir al cine, de tomar cañitas en las terrazas de los bares, las clases extraescolares (música, natación, judo, ballet…), suprimir seguros dentales, comer menos carne, marisco y un sinfín de medidas más.

Cuando no tienes ingresos suficientes, recortar gastos se hace recomendable e imprescindible. Algunos serán inocuos, y otros resultarán contraproducentes, ya que dejar de ir al dentista, a la larga suele resultar más gravoso monetaria y físicamente, pero por muchos recortes que hagan, no obtienen ninguna solución, ya que los 1.450 € que quedan para cubrir las necesidades básicas (comer, vestir…), ni siquiera cubren los nuevos gastos extraordinarios (falta liquidez).

VENTA DE PATRIMONIO

Ante este panorama, la venta de patrimonio (privatizaciones lo llaman nuestros Gobiernos) parece la opción más plausible.
Obviamente, la venta de la vivienda habitual queda descartada.
Vender el apartamento en la playa no es una buena opción, ya que el precio de venta, sería igual o parecido al importe de la deuda hipotecaria, vamos, que no obtendrían financiación, y además a medio y largo plazo, las futuras vacaciones en la playa, serían más caras que manteniendo el apartamento para este fin.

Vender la mitad del piso heredado, les supondría acceder a la financiación necesaria y solucionar totalmente el problema, pero… veamos:

¿Es una buena idea vender un “negocio” que les proporciona sustanciosos ingresos?

De primeras, es verdad que conseguirían una financiación capaz de hacer frente al gasto extraordinario (48.000 €), e incluso una buena parte de la deuda del apartamento, pero perderían permanentemente los ingresos del arrendamiento.

ENDEUDAMIENTO

Su capacidad para endeudarse es limitada, sobre todo si pretenden no cruzar “líneas rojas” como Sanidad y Educación, y ante todo, dependerá del tipo de interés al que puedan devolver esta deuda.

Devolver 48.000 € en 10 años a Angélica (cuñada y hermana), a modo de Banco Central o Reserva Federal, a un interés familiar de alguna invitación a comer, y disfrute de algún tiempo en el apartamento playero de vez en cuando, resulta una opción asequible, ya que supone un importe de 400 €/mes, y reportaría recortes no fundamentales en el presupuesto familiar, equivalente al importe del arrendamiento de la vivienda que tienen en propiedad conjunta. Además, durante esos 10 años, la inflación iría suavizando el esfuerzo que supone el pago de la deuda.

Claro que…, si Angélica aconsejada por su hijo Mario, alumno aventajado en mercados financieros, la convence para que sea él, el que preste el dinero a sus tíos, ofreciéndole a su madre un 1% de interés, y él prestarlo al 5%, supondría un aliciente para Angélica, un buen negocio para Mario, y la inviabilidad de la refinanciación para nuestra familia, ya que tendrían que terminar por recortar más allá de lo que les es posible para subsistir, y terminarían por perder su vivienda arrendada a favor de su sobrino Mario, a causa de los altos intereses.

¿Les suena de algo esta historia?