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07 octubre 2019

¿Salvar el planeta?, ¿No será, salvémonos nosotros? (insomniedades)


Llevamos muchos años escuchando la cantinela de que hay que proteger la naturaleza, no contaminar, reciclar… y últimamente lo resumen en, hay que salvar el planeta.

Ni caso hemos hecho hasta ahora, y eso que cada vez es más evidente la necesidad.

La estrategia es claramente errónea, porque al planeta no hay que salvarlo.

Al planeta le importan un carajo, un par de narices y tres pitos, las consecuencias de nuestros hábitos depredadores y contaminantes; si se deshielan los cascos polares, si avanzan los desiertos, si se deforesta la Amazonía o cualquier otro desastre que pueda ocurrir mañana mismo.

Nuestro planeta ya ha pasado por cataclismos suficientes, y nosotros solamente somos el desastre vigente, del que, de una u otra manera, saldrá adelante con las condiciones que darán lugar a otras circunstancias, que a su vez darán otro resultado más o menos parecido al actual, del que como en otros tiempos, unas especies saldrán perjudicadas y otras encontrarán su medio de vida, adaptándose al medio resultante.

No reaccionaremos mientras, a tan por ahora, largo plazo vista, pensemos en salvar un “ente” que no terminamos de entender, porque el planeta no nos cabe en la cabeza. 

Tampoco soy optimista en la efectividad que tendría cambiar el lema por “salvemos nuestra especie”. 

La humanidad también es demasiado grande, e incluye razas, religiones y grupos con intereses muy dispares.

La verdad es que no le veo buena solución, ni veo ganas de abordarlo por parte de quienes tendrían la posibilidad de hacerlo.

Ojalá me equivoque, pero navegamos rumbo a un desastre previsto, en el que no hemos previsto salvarnos.