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27 septiembre 2020

Conversaciones y conversadores (insomniedades)

 Conversar y debatir, es uno de esos placeres que nos da nuestra capacidad de hablar y pensar, pero qué difícil es… casi nadie y seguramente yo tampoco, escapamos a los errores (seguramente no son intencionados la mayor parte de las veces) que hacen que cada vez, al menos a mí, me sea más difícil encontrar personas con las que charlar sea un deleite intelectual.

De vez en cuando se da el milagro y la persona te escucha, no te corta, te permite hablar de manera milagrosamente sincronizada y la conversación resulta fluida (al igual que tú a ella, claro).

Hay una persona en este mundo con la que más me gusta conversar, Maya, pero tenemos pocas ocasiones de hacerlo; una verdadera lástima. Y he tenido el gusto de conocer a otras tres personas con las que daba gusto tratar. A Andrés en Fuerteventura, propietario de un hotel rural, y a la pareja propietaria de una casa rural en Ejulve - Teruel. Los rasgos principales de estas cuatro personas yo diría que son, respeto y educación; bien conjugados son la base de una buena conversación. No importa el tema, interesante o banal, sin estos atributos la conversación puede tornarse en monólogo, que algunas veces, como en el caso de Andrés de Fuerteventura, era un gusto escuchar por lo culto, interesante y bien expresado de sus historias. Con Pilar mi ex, también he tenido buenas conversaciones, pero al debatir era otro cantar.

Cuando se ha terciado charlar con desconocidos, solamente funciona cuando el nivel de educación y respeto se mantiene en unos niveles aceptables, si no es así, la conversación resulta tediosa.

Gran parte de las conversaciones que mantengo con familiares, amigos y compañeros de trabajo, adolecen de las variadas causas que hacen que cada vez encuentre más difícil la conversación, y algunas de ellas son:

La persona que no hace más que darte toquecitos de atención en alguna parte del cuerpo para que le atiendas, y eso que le estás atendiendo, si no, no sé qué sería; a mí me resulta especialmente molesto.

La persona que en la típica conversación de mesa de restaurante con 4 o más personas, con una, dos o tres conversaciones diferentes, te engancha para soltar su rollo a alguien, apartándote sin educación ni respeto de la que estabas llevando hasta el momento.

La o las personas que monopolizan la conversación sin dejar meter baza a los demás, o cortando incluso a la persona que habla en ese momento.

La persona que según empiezas a contarle algo, te corta para contarte algo similar que le ha pasado, y que posiblemente ya te haya contado más veces.

La persona que te adivina lo que le vas contando, normalmente sin éxito, y que no te deja llevar un hilo lógico en la conversación.

La persona que te pide que le expliques algo, y que en todo momento quiere que coincida con lo que tiene preconcebido, y que como no sea así, resulta imposible.

La persona que lo sabe todo de todo; me abruma, yo, que no sé casi nada, de nada.

La conversación recurrente de gustos culinarios. ¡La de veces que he tenido esta conversación en los últimos años!, con familia unas veces, con amigos y compañeros otras, con las mismas personas de los grupos; y siempre, siempre igual (lógicamente), pero es curioso, porque casi siempre lleva las mismas pautas, independientemente de los distintos grupos.

La persona que te cuenta siempre las mismas historias, y por tanto te hace contarle las tuyas de siempre, ¿No se dan cuenta?, yo sí, y por eso alguna vez me ahorro contar las mías.

Otro problema que tengo es que en cuanto hay más de una conversación, y en España hablamos por lo general en un volumen elevado, con lo cual en cualquier sitio hay muchas conversaciones a la vez, se me juntan todas y termino por no escuchar ninguna, con lo que me vuelvo sordo funcional y soy incapaz de seguir la charla.

Por desgracia, no sé si cada vez nos parecemos más hablando a cómo lo hacen en los programas de televisión, o en los programas hablan así porque somos así. Desde luego en el Congreso y en el Senado, cada vez hablan más como en estos programas.

Va a ser eso…

19 septiembre 2020

Pandemia 2020 (insomniedades)

 Si últimamente no me prodigo mucho por aquí, es porque no tengo demasiado tiempo libre, no porque no tenga nada que contar… ¡¡¡ menudo año este el 2020 !!!

También es verdad, que no tengo palabras para explicar todo lo que está pasando, estoy y estamos anonadados con la situación de pandemia mundial. Ni los más expertos parecen saber qué hacer y si lo saben, desde luego los políticos no les hacen ni caso.

Nos decía mi admirado Sagan que: “Una sociedad científica que no sabe de ciencia está enfilada hacia el desastre…” Pues bien, agarrémonos, porque parece que vamos hacia allí derechitos.

Y no solamente por la pandemia, que no es un problema pequeño desde luego, aunque más tarde o más temprano pasará; con unas consecuencias por ahora imprevisibles, pero seguro que graves a nivel social, y económico.

El cambio climático no ha perdido fuelle ni mucho menos, simplemente nos ocupamos de lo más inmediato que es ahora mismo la COVID-19, pero si las consecuencias de una nos parecen desastrosas, las del cambio climático creo que van a ser catastróficas, y ambas a nivel planetario.

Además, resulta totalmente desalentador percibir cómo el panorama político español, desde los Ayuntamientos, las Comunidades Autónomas y el Gobierno, se dedican a mirarse el ombligo, y no a resolver el inmenso problema que tenemos encima a punto de aplastarnos a todos.

Uno tiene su ideología y sus preferencias, y tengo mis impresiones de quiénes son más insensatos e irresponsables; pero es que no se salva ni uno de tener actitudes reprobables.

Arrastramos unos Presupuestos Generales del Estado, prorrogados un par de veces, que, independientemente de lo adecuados que fuesen o no en su momento de aprobación, para el momento en que nos encontramos, son totalmente inadecuados para resolver lo que se nos ha venido encima. Necesitamos sí o sí, unos que contemplen las descomunales contingencias e inversiones que hay que realizar, a ser posible con acierto, pues nos la jugamos como País.

¿Es esta la mayor preocupación de nuestros representantes políticos en las Altas Instituciones?. Desgraciadamente parece que no, que les importa más si se van a mantener en el poder o en la oposición, o si van a aumentar o disminuir su electorado en las próximas elecciones.

Es tal la urgencia de llegar a enderezar la nave para afrontar la tormenta por el bien de toda la sociedad, que deprime observar cómo desde Cataluña parece ejecutarse cualquier acción para torpedear al Estado Español, porque si éste resulta dañado, “Cataluña saldrá beneficiada” para lograr su independencia.

Es totalmente imperdonable que entre unos y otros no se logren poner de acuerdo para pactar unos presupuestos, porque como si de niños se tratase…, yo con “esos” no pacto. Señorías, si es necesario, y la situación nos está diciendo que así es, hay que pactar hasta con el diablo. Porque, aunque Bildu, o ERC, o Unidas Podemos, o Ciudadanos, o PP, o PSOE, o Vox, o… nos parezcan demonios, no tenemos otra alternativa que ponernos de acuerdo para tratar de salvarnos.

Como no se logre aprobar un presupuesto medianamente válido, las consecuencias serán devastadoras para el futuro de nuestro país, y los responsables seremos todos, pero el nombre y la cara de cada uno de los políticos actuales, deberá quedar para la ignominia por total incompetencia.

Sí, percibo un desolador panorama para los ciudadanos de a pie, cada uno con sus miedos, con sus esperanzas, sus lágrimas, sus sonrisas, sus frustraciones, sus aplausos a los sanitarios, sus indignaciones y con las ganas de que todo esto sea agua pasada, y con el deseo de que el Sol vuelva a salir y brillar para todos.

Suerte a todos, la vamos a necesitar.

En memoria de mi padre, que ha sido uno de los que nos ha dejado en esta pandemia. Hasta siempre Papi.