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07 noviembre 2019

El Camino de Santiago (insomniedades)


De vez en cuando, alguien me propone incluso con cierta dosis de insistencia, que realice el Camino de Santiago.

Nunca he tenido vocación para emprender tal empresa, ni he entendido la de quienes lo realizaron, aunque claro está que cada cual es libre para hacer lo que quiera. No le veo la gracia, ni siquiera la divina; es más, la gracia divina es la que más me repele a hacerlo, sobre todo después de leer el libro de P. Coelho “El peregrino de Compostela”. De esto hace ya muchísimo tiempo y no recuerdo concretamente, pues fue un libro que no me gustó nada, pero lo místico no va conmigo y por este camino, no hago el camino.

Me gusta el senderismo y lo practico habitualmente cuando puedo, pero no encuentro paralelismo entre realizar el camino y realizar senderismo, por más que algunos se empeñen en hacerme verlo así. Me gusta andar por plena naturaleza, disfrutando sus paisajes, sus olores… por puro placer.
No me supone ningún reto, superación o récord, simplemente disfrute acompañado del esfuerzo que supone, y que suele ser recompensado con creces.

No lo necesito para “encontrarme o conocerme a mí mismo”; ya lo hago todas las mañanas cuando me despierto. 

¿Para conocer gente?, eso podría estar bien en cierto modo, pero me imagino que la mayoría de la gente que coincide en su peregrinación con otros peregrinos, no vuelven a verse en la vida.

¿Como integración holística cosmológica?; soy al menos consciente, de ser un minúsculo individuo situado en “Un punto azul pálido”, en un universo gigantesco.

¿Conocer más a fondo la condición humana?, al ser humano se le puede conocer en su máxima expresión en una guerra, algo que por ahora he tenido la suerte de no conocer y que no le deseo a nadie, pues no suele demostrar salvo casos excepcionales, más que odio, codicia, sufrimiento…
En la vida diaria también se puede conocer a la gente, por su forma de comportarse cotidianamente en lugares públicos, plazas, parques, transportes, playas, etc… que demasiado frecuentemente se traduce en falta de respeto hacia los demás.

Soy poco religioso, y el hecho de que el camino esté impregnado de religión tampoco ayuda a animarme. Ya sé que son muchas las personas de religiones distintas a la cristiana e incluso ateas, las que también realizan el camino, y cada una tendrá su motivo, pero yo, como digo, no lo encuentro, y tampoco deseo potenciar algo a lo que no le encuentro ninguna justificación racional.
Así que… cada cual escoja su camino a recorrer libremente.

07 octubre 2019

¿Salvar el planeta?, ¿No será, salvémonos nosotros? (insomniedades)


Llevamos muchos años escuchando la cantinela de que hay que proteger la naturaleza, no contaminar, reciclar… y últimamente lo resumen en, hay que salvar el planeta.

Ni caso hemos hecho hasta ahora, y eso que cada vez es más evidente la necesidad.

La estrategia es claramente errónea, porque al planeta no hay que salvarlo.

Al planeta le importan un carajo, un par de narices y tres pitos, las consecuencias de nuestros hábitos depredadores y contaminantes; si se deshielan los cascos polares, si avanzan los desiertos, si se deforesta la Amazonía o cualquier otro desastre que pueda ocurrir mañana mismo.

Nuestro planeta ya ha pasado por cataclismos suficientes, y nosotros solamente somos el desastre vigente, del que, de una u otra manera, saldrá adelante con las condiciones que darán lugar a otras circunstancias, que a su vez darán otro resultado más o menos parecido al actual, del que como en otros tiempos, unas especies saldrán perjudicadas y otras encontrarán su medio de vida, adaptándose al medio resultante.

No reaccionaremos mientras, a tan por ahora, largo plazo vista, pensemos en salvar un “ente” que no terminamos de entender, porque el planeta no nos cabe en la cabeza. 

Tampoco soy optimista en la efectividad que tendría cambiar el lema por “salvemos nuestra especie”. 

La humanidad también es demasiado grande, e incluye razas, religiones y grupos con intereses muy dispares.

La verdad es que no le veo buena solución, ni veo ganas de abordarlo por parte de quienes tendrían la posibilidad de hacerlo.

Ojalá me equivoque, pero navegamos rumbo a un desastre previsto, en el que no hemos previsto salvarnos.